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D. RAMON SOBRINO DE LA VEGA        

D. RAMON SOBRINO DE LA VEGA
AÑO 2.018
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AÑO 2.018

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D. RAMON SOBRINO DE LA VEGA

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DIARIO EL COMERCIO DE GIJON

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                                  Una comisión de vecinos de Llanes pide una calle para el doctor Ramón Sobrino
El grupo solicita para el que fuese alcalde del concejo entre 1976 y 1979 la concesión del título de hijo predilecto
                                                                 G. P. LLANES. Jueves, 22 febrero 2018
Con el objetivo de reconocer la trayectoria del doctor llanisco Ramón Sobrino de la Vega, un grupo de vecinos del concejo ha constituido una comisión con la que prevé solicitar al Ayuntamiento su nombramiento como hijo predilecto y la concesión de una calle. Ayer, los promotores de la iniciativa presentaron en la villa el acto de homenaje programado para el próximo 21 de abril. La jornada incluye una misa en la Basílica a las 12 horas, seguida de un reconocimiento en el ayuntamiento y posterior comida en el restaurante La Palma. Las inscripciones, recordaron desde la organización, deben efectuarse antes del 10 de abril en la Mercería Pedregal.
Ramón Sobrino es un profesional de la medicina natural de Parres de Llanes, donde nació en 1927 y residió hasta el fallecimiento de su padre, emigrante que regresó como indiano de México. En 1943 la familia se trasladó a vivir a Llanes y cuatro años después el joven Ramón se matriculó en la facultad de Medicina de Valladolid, «en el último día de inscripción», recuerdan sus allegados.
Especializado en neumología y cardiología, Sobrino instaló en su consulta el primer equipo de rayos X de Llanes. Además de la medicina, la política formó también parte de su vida, pues fue nombrado alcalde del concejo tras la dimisión de Rodrigo Grossi en 1976 y permaneció en el cargo hasta las elecciones de 1979.
Posteriormente se trasladó a Oviedo, donde trabajó en la Residencia de Pensionistas de la Seguridad Social. Hasta el pasado 2017, cuando alcanzó la edad de 90 años, continuó ejerciendo como facultativo en su consulta privada.

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Una comisión de vecinos de Llanes, pide una calle para el doctor Ramón Sobrino.

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LA NUEVA ESPAÑA

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Noticias de Llanes Noticias de Parres
Llanes acuerda nombrar hijo predilecto al médico Ramón Sobrino de la Vega
"Es un digno merecedor de este reconocimiento", asegura el Alcalde
Llanes, Emilio G. Cea 15.03.2018

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                                         Una de las votaciones en el Pleno de ayer en Llanes. EMILIO G. CEA
Con los votos a favor de toda la corporación municipal, el Pleno del Ayuntamiento de Llanes acordó ayer iniciar los trámites para declarar hijo predilecto del concejo a Ramón Sobrino de la Vega y poner una calle en la villa con su nombre. A sus 90 años, Sobrino es una de las personas más queridas del concejo gracias a su labor como médico y a su bonhomía. La propuesta para declararle hijo predilecto parte de la sociedad civil llanisca, que el sábado 21 de abril le rendirá un homenaje.
Los elogios a la figura de Ramón Sobrino de la Vega se sucedieron durante el pleno. "Es un digno merecedor de un reconocimiento como este", dijo el alcalde de Llanes, Enrique Riestra Rozas (VxLl), quien destacó la concordia fomentada por Sobrino durante su etapa como regidor, entre 1976 y 1979. La portavoz de Foro, Marián García, aseguró que Llanes y sus vecinos "tienen una deuda pendiente con él". A su vez, la portavoz socialista, Sandra García, añadió que "es difícil encontrar a alguien así. Todo el mundo tiene algo bueno que decir de él". El edil no adscrito Alfonso Miyares destacó "el ejemplo de diálogo, independientemente de ideologías, que dio siendo alcalde de Llanes".
Nacido en la localidad de Parres en el año 1927, estudió Medicina en la Universidad de Valladolid. Tras especializarse en Neumología y Cardiología, completó su currículo con los títulos de especialista en Medicina Interna y en el aparato respiratorio. Fue profesor del Instituto de Llanes y Alcalde. Sus gestos de adaptar sus tarifas a los bolsillos de los pacientes o de donar medicinas para los tratamientos han calado hondo en la sociedad llanisca.
En un pleno en el que el reconocimiento a los ciudadanos de a pie copó el protagonismo se dio también el visto bueno para que una plaza en el barrio Bustillo lleve el nombre de Antonio Batalla "Machi". La propuesta para que "Machi", histórico marinero de la villa, de 99 años, tenga una plaza a su nombre, partió de la Asociación de Vecinos "Barrio Bustillo Llanes", con su presidente, Pedro Morán, al frente. Éste anunció que en las próximas fechas tendrá lugar un acto de homenaje a Machi.

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Homenaje a D. Ramón Sobrino de la Vega

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Ramón Sobrino, el médico de Llanes que dio con la mejor receta para hacer política.

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RENGLONES PERDIDOS

                                                                          MARTES, 5 DE ABRIL DE 2011
                                                                   DR. D. RAMÓN SOBRINO DE LA VEGA

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Ramón Sobrino Arenas y Benigna de la Vega Balmori fueron sus padres. D. Ramón, como así se le conocía en Parres, había intentado el sueño americano por tierras de México. Un accidente, cuando las cosas empezaban a irle bien, y que le ocasionó la amputación de una pierna, no le permitió continuar con el trabajo emprendido, pero con el nivel económico logrado, sin exageración, y la hacienda que había dejado aquí, le permitió regresar y vivir con cierta holgura en su rincón natal, y formar familia.
Mi padre lo recuerda, por causa de su impedimento físico, asomado a la galería de la nueva casa, desde la que seguía, como desde una atalaya el ir y venir de los vecinos en sus tareas ganaderas y en los juegos de los chiquillos, desde la Casona a la Vega los Romeros o al barrio de la Concha y por el alto de Pedrujerrín. Me cuenta cómo en una ocasión avisó a su madre, mi abuela, de la escapada a hurtadillas que hacía mi tío Jesús, el primero de los diez hermanos, para salir por la ventana que daba al huerto e irse al encuentro de la chavalería que campaba en la bolera de la escuela.
Primero nació un niño al que, indefectiblemente le dieron el nombre del padre. Pasados dos o tres años, sería Dolores, la hija que llegó para alegrar el hogar de la nueva casa y, siete desde el nacimiento del primogénito, vería la luz el tercero de los hermanos, Joaquín, nombre tomado de un tío materno, pues Dª Benigna era hermana de Salvador, que vivió y formó familia en Parres y de Joaquín que hizo lo propio en el pueblo de la Galguera. Por su parte, D. Ramón era hermano de Antonio de la Covaya y de Generosa, madre de Vicentina que vivió en otra casa enfrente del Chispún hasta su emigración a Venezuela con sus hijos: Manolín y Chuchi, Elenita, Chenti, Maria Gen y Mina.
Anteriormente, y hasta que quedó rehabilitada la casa heredada de los bienes raíces de Benigna de la Vega, vivieron unos años en otra casa colindante y heredada de los bienes raíces de Ramón Sobrino. Años después, esta casa fue el hogar y establecimiento, público de tienda y bar donde nació y creció la familia de Isabel Cabrera y José González, hoy cerrada ya desde el fallecimiento de sus últimos arrendatarios y que conserva aún clavado, sobre la viga soporte de la galería el cartel “El Chispún” y que tan gratos recuerdos nos trae tanto de la familia que lo regentó como de los servicios que prestó el establecimiento, pues en sus anaqueles y pontones se exponían a la venta todo orden de cosas necesarias para entonces.
Mis abuelos paternos, con los diez hijos ya nacidos en Pedrujerrín, acababan de instalarse en el barrio de la Casona, enfrente mismo de la casa de la familia Sobrino de la Vega, al otro lado de la carretera. D. Ramón, en una ocasión en que Juaquinín había estaba enfermo, pidió a mi padre que se llegase hasta Soberrón, para que llevara noticia a Joaquín, tío del niño, de cómo había pasado la noche bien y sin fiebre. D. Ramón que debió calcular mal el tiempo echado por mi padre en hacer el recado, al regreso de éste, le dijo en broma que ni tan siquiera le había dado tiempo a llegar a la Calzada, camino de salida del pueblo hacia la Palaciana. Era, además de hombre de buen humor, espléndido con todo el mundo y le dio nada menos que cinco pesetas a mi padre por hacer el recado. Como testimonio de su generosidad, sepamos que Mariano, apodado el Rápido, trabajaba de peón, matando la cal cuando la construcción de la casa y cobraba tan sólo cuatro pesetas de jornal.
En otra ocasión, me cuenta mi padre, con catorce años y merecida fama de buen andador, la tía Benina le encomendó que bajase corriendo hasta la Fábrica de hielo que había en Cagalín a por una barra de hielo con que atajar la extrema fiebre que sufría el niño pequeño. D. Manuel Vega Escandón había sido llamado con urgencia para atenderle. Ni la premura de mi padre acarreando sobre sus espaldas el saco de yute con el frío lingote ni las atenciones del doctor sirvieron para evitar un triste desenlace. Huelgo explicar el fuerte golpe soportado por la familia ni el que con seguridad sintió el resto del vecindario, por el aprecio con que de todos contaban. Por haberlo vivido esta situación personalmente de niño, imagino la pena que hayan pasado los dos hermanos, tan de corta edad en la inexplicable ausencia de su hermano. Corría el mes de marzo de 1933.
Mi madre, con siete años y que a la sazón sufría de una afección respiratoria que otro médico había diagnosticado como afección pulmonar, bastante corriente para la época en muchas familias, fue atendida ese mismo día. Mi abuela, al saber que se encontraba en el pueblo el afamado doctor, acudió a pedirle que pasara por casa para ver a la niña y así fue y tras observarla, dictaminó que la dificultad respiratoria provenía de una infestación parasitaria, también bastante corriente entre los niños que no disponían de la higiene ni los medios actuales y como remedio le recetó que tomase un vaso de leche hervida con ajos diariamente hasta que desaparecieran, lo que la hizo mejorar y al fin sanar.
El primogénito de D. Ramón y Benigna cumpliría ese mismo año los siete y por tanto acudiría a la escuela donde daba clase el maestro D. José Mª Fernández. Mi padre había cumplido ya los catorce, pero en septiembre siguió acudiendo por la escuela y ayudaba al maestro en las tareas de lectura y cálculo con los alumnos más pequeños. Fue así como tuteló, digamos, por encargo de D. Ramón la entrada de Monchu en la escuela. Lo recuerda un buen crío sin malicia alguna, como se debe a la edad y al talante de sus progenitores que así lo estaban educando. De aquella y por suerte ya no se da hoy en día, la entrada en la escuela resultaba la primera de las gestas para todo niño, algo parecido casi sin exageración a la entrada en el servicio militar.
A veces, las tragedias se encadenan. Corría el año 1937, cuando las tropas rebeldes habían tomado Llanes ya por el mes de septiembre y el ejército republicano iba perdiendo los asentamientos ante el ataque de los biplanos italianos que llevaban como orden tirar a todo lo que se moviese. Desde el barrio del Cuetu, una batería de antiaéreos vigilaba el cielo. Los vecinos en previsión habían recurrido al refugio de las cuevas. Loli, la hermana de Monchu, había ido a pedir a su tío Salvador que viniese a por su padre para llevarlo a la cueva, que permanecía en la galería de la casa, impedido como estaba. No sería mucho suponer que desde su acristalado recinto viese como en una película de terror, la llegada de la aviación o al menos sintiese el tronar de las granadas de mano que los pilotos lanzaban a su paso por el pueblo. En ese momento, otra vecina, Lola de Ribad, la calmó del temor que tenía al ruido de los motores y de las granadas, diciéndole que a ellas no les dispararían. Otro niño, Manuel Sobrino Gutiérrez, que ocupaba el mismo lugar del cruento escenario, se salvó por el instinto básico que le hizo correr a ocultarse en la huerta de Ramón Bustillo que se cierra a la carretera de sólido muro. Veinte metros más adelante, en el portal de la escuela, otra granada arrasó la vida de un soldado. Finalizada la guerra quedó el dolor y el hambre atenazando el semblante y la despensa de todo el mundo.
Pepa la de Meré, viuda y con un montón de bocas que llenar: Faela, Ramón, Benita, Fidel, Pedro, Nati, José, y Jaime hijo de Benita eran también vecinos de la buena de Benina. Joselillo y su sobrino Jaime que eran prácticamente de la misma edad, veníanse a diario delante de la ventana de la cocina de doña Benina a cantarle con su lengua de trapo “Los campanilleros por la madrugá” y una vez terminada la copla, Jaime decía:
─ Benina, ¿nos da pan?─ y así, la pobre mujer les mataba a medias el hambre con un chusco que ya les tenía guardado. Cuando mi abuela dio a luz por undécima vez, después de haberse cambiado a la Casona, doña Benigna le llevaba a casa el puchero ya cocinado. Cuando mi abuelo compró el primer carro lo guardó en el penduz que aún está al lado de la casa de la tía Benina y al descargar el verde, mi padre y tíos tenían por costumbre dejarle un brazado de hierba fresca con que pudiera la buena mujer cebar sus gallinas lo cual era suficiente motivo para agradecimiento también de D. Ramón.
Monchu, huérfano ya de padre al acabar la escolaridad en Parres, se marchó para Llanes con su madre a vivir en un piso de la Plazuela de San Roque. Tras el bachiller, ingresó en la Facultad de Medicina de Valladolid llevando consigo a su madre y una vez acabada la carrera regresaron a Llanes donde formó familia con su esposa Tere y sus seis hijos, no dejando de atender nunca a su madre hasta su fallecimiento. En la calle El Llegar puso su primera consulta médica e instaló el primer equipo de Rayos X de la villa el doctor D. Ramón Sobrino de la Vega con la especialidad de Pulmón y Corazón. Mi madre estaba enferma y no le daban con el mal hasta que el médico del seguro, el Dr. Espina la reenvió a la consulta del doctor Sobrino quien le diagnosticó una pleuresía y la trató desde entonces hasta su recuperación.
D. Ramón, hijo, atendió con afecto a todo el mundo sin importarle la hora en la que se le fuese a llamar. Era y es, aparte de buen médico, muy buena persona como las dos personas que le enseñaron a serlo desde crío y recibe constantes muestras de afecto de quienes le conocen y le trataron. Modestamente, me creo agasajado por su aprecio también y desde estas líneas, ya metido en costumbre de contar en público todo lo que entra en el campo de mi propia experiencia, de la misma forma, le dedicó el mayor de los afectos propios y de quienes no pueden ya hacerlo.

                                                        Narrado por: Ramon Gonzalez Noriega.
                                            Lexicografía: Memorias de Parres, Ramón Sobrino de la Vega 

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Un "problema administrativo" retrasa el título de hijo predilecto a Ramón Sobrino.

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Llanes se rinde al médico Ramón Sobrino, "vecino ejemplar y orgullo del concejo"

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Homenaje merecido a D. Ramón Sobrino de la Vega.

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"Don Ramón, el pueblo de Llanes le quiere y respeta"

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DIARIO EL COMERCIO DE GIJON - Oriente
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«Don Ramón, el pueblo de Llanes le quiere y respeta»
Ramón Sobrino con sus hijos y nietos, ayer en la basílica. / G. F. B.
El Ayuntamiento había decidido en marzo, por unanimidad de todos los grupos políticos, concederle el título de hijo predilecto del concejo. Rodeado por cientos de vecinos, el médico Sobrino de la Vega recibe un homenaje por su «ejemplo de vida»

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GUILLERMO FERNÁNDEZ LLANES. Domingo, 22 abril 2018

Rodeado por cientos de personas, Ramón Sobrino de la Vega era homenajeado ayer en Llanes tras su reciente nombramiento como hijo predilecto del municipio. Sobrino ejerció como médico en la villa durante cerca de 40 años y ocupó el cargo de alcalde entre 1976 y 1979. El nombramiento fue aprobado por unanimidad de todos los grupos políticos y el alcalde, Enrique Riestra, valoró que Sobrino es «una persona querida y respetada». De hecho, al finalizar su intervención en el Ayuntamiento, le dijo: «Don Ramón, el pueblo le quiere y le respeta. Hablo en su nombre y sepa usted que forma parte de la memoria colectiva y de la historia de este concejo».
Los actos de homenaje a Ramón Sobrino comenzaban con una misa en la basílica, para continuar con un acto institucional en el Ayuntamiento y rematar la jornada con una comida a la que asistieron 266 comensales, el total del aforo disponible en el hotel donde se celebró el banquete. De hecho, a más de un centenar de personas les resultó imposible acceder al local al haber quedado el cupo cubierto a los pocos días de formalizarse la convocatoria.
La eucaristía, concelebrada por los sacerdotes Florentino Hoyos, Rodobaldo Ruisánchez y Domingo González, contó con el acompañamiento vocal del coro parroquial que interpretó la 'Misa llanisca', una obra de la que son autores el sacerdote Luis Díaz y Ramón Sobrino Sánchez, catedrático de Música e hijo del homenajeado.
Tras calificar a Sobrino como «una persona querida en la villa», el párroco Florentino Hoyos destacó en su homilía que «Ramón es un hombre creyente» y valoró que «la fe siempre estuvo presente en su vida». También matizó que había entendido su profesión de médico «como un servicio de vocación hacia los demás» y de su paso por la vida resaltó «su trato cercano a la gente, la disponibilidad de 24 horas diarias y haber adaptado sus servicios a las posibilidades económicas de cada cliente, adelantando, incluso, dinero de su propio bolsillo». Finalmente, le agradeció «haber sacado adelante a una familia numerosa y haber acompañado a muchas personas en el dolor y la enfermedad».
Antes de dirigirse al salón de plenos del Ayuntamiento, Ramón Sobrino posaba en una foto de familia junto a sus seis hijos y siete nietos ante el altar mayor del templo.
Ya en el Consistorio, el periodista José Antonio Anca trazaba el perfil biográfico y profesional del homenajeado. De esa forma fue desvelando que Sobrino había estudiado en la escuela de Parres y el Instituto de Llanes y que cursó Medicina, entre 1947 y 1953, en Valladolid. Como médico en la villa instaló el primer aparato de rayos X del concejo y se especializó en patologías de pulmón y corazón, asistiendo a cursos en Oviedo, Bilbao, Valladolid y León. En 1960 contraía matrimonio con la llanisca María Teresa Sánchez Quijano, ya fallecida, y de aquella unión nacían seis hijos: Ramón, María Teresa, María Dolores, María Benigna, Antonio y Joaquín. Anca definió a Sobrino como «médico humanista» y destacó su compromiso con los menos favorecidos «a través de una visión cristiana de la vida».
De su paso por la alcaldía enumeró infinidad de obras que había promovido, siendo una de las más destacables la adquisición de los terrenos para la construcción del colegio Valdellera, en Posada.
Especialmente emotivas resultaron las palabras que el concejal Juan Carlos Armas le dedicó a Ramón Sobrino. El edil calificó al homenajeado como una persona «especial y entrañable», así como «médico vocacional y ejemplo de vida». Y le definió como «un hombre que une en su favor a todos los vecinos del concejo». La concejal Marián García de la Llana, comentó que estar presente en el acto era «un privilegio» y dijo que Sobrino siempre fue visto como «una persona querida y con capacidad para curarnos».

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FIESTA DE SANTA MARINA EN PARRES DE LLANES. MARTES, DIA 18 DE JULIO DEL AÑO 2.017

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Monchu y Ramón, como dos chavales.

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Los más vieyos de Parres. Monchu, Ramón y Fernando. Falta Quini que es el mayor de todos.

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Monchu, Ramón y Fernando.

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El día 15 de Agosto de 2.018 a D. Ramón Sobrino de la Vega,
se le hizo entrega por parte del Excmo. Ayuntamiento de Llanes de una placa en la que se otorgaba el
Título de Hijo Predilecto del Concejo de Llanes

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Esta es la placa entregada a D. Ramón Sobrino, como Hijo Predilecto del Concejo de Llanes.
En la parte inferior podemos observar el detalle que han tenido de incorporar un dibujo
de la Capilla de Santa Marina de Parres, de donde es natural.

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Aquí podemos ver a D. Ramón Sobrino de la Vega, al lado de la calle que inauguraron con su nombre.

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HOMENAJE A D. RAMON SOBRINO DE LA VEGA - 2.003
Parres. Domingo, 20 de Julio de 2.003

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D. RAMON SOBRINO DE LA VEGA